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La Catedral de don Justo Gallego

junio 13, 2008

Después de haber escuchado una entrevista en la radio con Charles Happell, el autor de El hombre de los huesos de Kokoda: La Extraordinaria Historia de Kokichi Nishimura y la ‘Ruta Kokoda’, la extraordinaria misión llevada a cabo durante los últimos 25 años de su vida por un soldado japonés que sobrevivió la Segunda Guerra Mundial, me acordé de una hazaña semejante lograda por un español muy decidido a cumplir una gigantesca misión en circunstancias muy diferentes.

Según Happell, Nishimura pasó los 25 últimos años de su vida (después de abandonar a su familia, al igual que Siddharta) en las selvas de Papúa Nueva Guinea para buscar y recuperar los huesos de sus camaradas de armas japoneses que, a diferencia de él, habían muerto en la feroz batalla con las tropas australianas en el infame “Kokoda Track” a principios de los años 1940.

Las peripecias de don Justo Gallego durante más de cuarenta años, gracias a los medios de comunicación y a Internet (en especial el sitio web YouTube) están mucho más ampliamente documentadas. Los lectores que no estén familiarizados con este tema están invitados a consultar estas fuentes:
1. http://www.citynoise.org/article/732
2.www.youtube.com/watch? UOygwz8ri20 v = & = relacionados con la función
(Copien y entren las ‘URL’, por favor.)

Justo Gallegos (nacido en 1925) había entrado en un monasterio trapense en España en el año 1950, con la ambición de convertirse en monje católico. Lamentablemente, durante sus estudios, contrajo la tuberculosis y, a pesar de varios años de estudios, fue “librado” de sus votos sacerdotales por las autoridades eclesiásticas (que así pensaban, quizá, proteger la salud de los demás monjes y seminarios). A pesar de estas circunstancias adversas, finalmente se recuperó y, aunque inhabilitado (¿injustamente?) para llegar a ser cura católico (el único tipo de sacerdote entonces autorizado en la España del dictador Franco), Justo hizo una promesa a su madre que construiría una catedral en su pueblo natal de Mejorada del Campo, a la mayor gloria de su Dios.

Durante más de 40 años, Justo ha dedicado constantemente todos sus esfuerzos físicos para el cumplimiento de esa promesa, ayudado sólo por el apoyo de su familia y vecinos del pueblo, donaciones de los turistas, y trabajando con materiales reciclados. Contra todos los pronósticos y la oposición de otros vecinos, Don Justo ha logrado construir la mayor parte de su “Castillo en España” pero la Catedral aún no está totalmente acabada. Es posible que no se termine hasta después de su muerte, pero de algo peude estar seguro: en vista de esta fuente de inspiración de la fe individual en la España cada vez más secular, la Iglesia Católica no tendrá otra alternativa sino reconocer la catedral de Justo, dedicada a Nuestra Señora del Pilar (a pesar de ciertas dudas sobre la solidez estructural de este enorme edificio, diseñado y construido por un aficionado).

Mi propio interés por esta fascinante epopeya se remonta a1991 (cuando Internet y YouTube, etc, etc, etc, ni siquiera existían para la mayoría). Tomando un descanso de uno de mis viajes de investigación lingüística a España, seguí la intrigante pista de un artículo en Cambio 16 sobre la tarea quijotesca de Justo del trabajo. (Él ya había estado faenando durante 20 años.)

Desde el centro de Madrid tomé un tren, un paseo y un autobús para llegar al pueblo de Mejorada del Campo (hoy día basta un solo autobús, desde la estación de autobuses de la Avenida de América). Antes de que el autobús llegara a la (entonces) aldea, surgió a lo lejos la impresionante mole de cáscara de don Justo. Cuando llegué, hablé con Don Justo – que, a diferencia de sus ayudantes, ni siquiera se permitía dejar de trabajar para comer su bocadillo del almuerzo. Sin embargo respondió generosamente a mis preguntas antes de reanudar su arduo trabajo de peón. Luego recorrí los 2 pisos frágiles del edifico. En el segundo piso me filmaron y entrevistaron unos adolescentes de la escuela secundaria que participaban en un proyecto de vídeo sobre la Catedral. Ellos parecían sorprendidos y felices por esta muestra de interés extranjero, especialmente de la lejana Australia. Saqué algunas fotos y me despedí, pero no sin antes ofrecerle a Don Justo un billete de cinco mil pesetas, para comprar unos cuantos escombros más. Todavía estoy muy agradecido por el gran privilegio de contribuir algo al noble sueño de este hombre corriente pero fuera de serie.
¡Que su Dios le bendiga, Don Justo!
*
Volví a examinar la construcción – todavía sin terminar – unos 3 años más tarde (en 1994) y vi unos indicios alentadores de un gran interés por parte de las empresas de turismo, aunque el Consejo Municipal aún sentía reparos acerca del proyecto y su viabilidad estructural.

Desde entonces, a pesar de sus ochenta años, don Justo Gallego sigue trabajando con la misma energía obsesiva que logró situar en el mapa turístico a su población. Llegan los autocares del turismo y los autiobuses de Madrid (a sólo unos 40 kilómetros de distancia). La ironía es que en el decenio de los 1960 cuando Don Justo hizo su promesa, Mejorada no era más que una aldea y el boom turístico español apenas había empezado. Décadas más tarde, es un próspero municipio cercano a los tentáculos de una Madrid muy extendida y al aeropuerto bullicioso de Barajas. Hasta es posible vislumbrar la Catedral desde los aviones que aterrizan en Barajas. Para dar una idea del estado del edificio en el año1991, adjuntaré algunas de mis fotos cuando logre dominar la técnología gráfica de Word Press.

Asimismo, adjunto la declaración que don Justo Gallego ha hecho pública en una pared del interior de la Catedral para evitar ser abrumado por las preguntas hechas por la invasión de visitas nacionales y extranjeras atraídos por su fama. Así reza el cartel:

Debido a mis problemas de afonía, les ruego eviten hacerme hablar. Si desean información, lean este cartel.
Me llamo Justo Gallego. Nací en Mejorada del Campo el 20 de septiembre de 1925. Desde muy joven sentí una profunda fe cristiana y quise consagrar mi vida al Creador. Por ello ingresé, a la edad de 27 años, en el monasterio de Santa María de la Huera, en Soria, de donde fui expulsado al enfermar de tuberculosis, por miedo al contagio del resto de la comunidad. De vuelta en Mejorada y frustrado este primer camino espiritual, decidí construir, en un terreno de labranza propiedad de mi familia, una obra que ofrecer a Dios. Poco a poco, valiéndome del patrimonio familiar de que disponía, fui levantando este edificio. No existen planos del mismo, ni proyecto oficial. Todo está en mi cabeza. No soy arquitecto, ni albañil, ni tengo ninguna formación relacionada con la construcción. Mi educación más básica quedó interrumpida al estallas la Guerra Civil. Inspirándome en distintos libros sobre catedrales, castillos y otros edificios significativos, fui alumbrando el mío propio. Pero mi fuente principal de luz e inspiración ha sido, sobre todo y ante todo, el Evangelio de Cristo. Él es quien me alumbra y conforta y a él ofrezco mi trabajo en gratitud por la vida que me ha otorgado y en penitencia por quienes no siguen su camino.
Llevo cuarenta y dos años trabajando en esta catedral, he llegado a levantarme a las tres y media de la madrugada para empezar la jornada; a excepción de algunas ayudas esporádicas, todo lo he hecho sólo, la mayoría de las veces con materiales reciclados… Y no existe fecha prevista para su finalización. Me limito a ofrecer al Señor cada día de trabajo que Él quiera concederme, y a sentirme feliz con lo ya alcanzado. Y así seguiré, hasta el fin de mis días, completando esta obra con la valiosísima ayuda que ustedes me brindan. Sirva todo ello para que Dios quede complacido de nosotros y gocemos juntos de Eterna Gloria a Su lado.

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